Llevo mucho tiempo queriendo redactar un blog sobre mis experiencias con los nadadores a los que entreno y lo que ha pasado este fin de semana en Baena me ha inspirado y me ha parecido la razón más oportuna para escribir la primera entrada de este blog.
Este Jueves 17 emprendimos nuestro viaje a Baena (Córdoba) con 20 nadadores pertenecientes al equipo benjamín del Club Natación Portuense. Allí se disputaba el Andaluz de Jóvenes nadadores, donde niños de todas partes de Andalucía compitieron por estar entre la élite de la región.
Llevo con estos nadadores desde el mes de febrero, momento en el que el Club Natación Portuense me dio la oportunidad de hacerme cargo de las categorías más inferiores del equipo. Desde entonces entreno a niños de entre 9 y 11 años que ya se han convertido en parte de mi vida. Con esto vengo a contaros algo que desde que empecé con ellos me trae de cabeza: el tema de los "fastskin", que para quienes no sepan lo que son, os lo explico brevemente: se tratan de bañadores de competición de alta tecnología que reducen la fricción con el agua para conseguir una menor resistencia y por tanto un mejor deslizamiento/avance que repercute en la mejora de los tiempos, aunque el factor psicológico o efecto placebo influye bastante.
Resulta que los entrenadores del Club Natación Portuense no permitimos el uso de estos bañadores hasta que los niños no alcanzan una edad más madura por una sencilla razón: en estas categorías tan inferiores, creemos, deben aprender a competir con un bañador convencional antes de dar el paso a los de alta tecnología puesto que lo que se pretende evitar es que los nadadores creen una dependencia de estos tipos de bañadores. Aún y con todo la lucha por hacer entender a los pequeños que ya habían competido con "fastskin" que no necesitaban usarlo para ser rápidos fue dura. Recuerdo en el Trofeo de Jerez de este año cuando se les prohibió a dos niños del año 2003 y 2004 nadar con ellos: se les desencajó el rostro, ¡NO SABÍAN NADAR SIN ÉL, NO CONFIABAN EN ELLOS MISMOS SI NO TENÍAN UN FASTSKIN PUESTO! Nadaron, y claro, lógico (ironizo), subieron, ¿La razón? Para ellos estaba clarísima, no habían nadado con su "fastskin". Llantos, llantos y más llantos. Con todo esto y a un mes y poco para el Jóvenes Nadadores (Campeonato de Andalucía) me puse como objetivo conseguir que aquellos que dependían de un bañador de "alta tecnología" dejaran de ser dependientes de ellos. Mucho, mucho esfuerzo, muchas charlas con unos y con otros, hasta un experimento dos días antes del campeonato para hacerles ver que el uso del sus "fastskin" no influía para nada en sus tiempos, tras el cual hablé con ellos y les dije que si se nadaba con el CORAZÓN, con garra y coraje no necesitarían el "fast". Tras esto a mi me quedaba la duda de si había calado el mensaje después de tanto esfuerzo, pero ya estaba todo el pescado vendido, no había más tiempo, el campeonato era en dos días y ahí sabría si tanta dedicación tenía su recompensa. Era la prueba definitiva y yo ya me estaba temiendo que podía encontrarme con la misma papeleta que me encontré en Jerez: niños inseguros por no poder usar sus "prendas mágicas".
Así, de esta manera, llegó el día en que cogimos el autobús y partimos hacia Baena (Códoba), donde se celebraba el campeonato andaluz. Los típicos cánticos que solemos gritar en el CN. Portuense sonaban en la parte trasera del autobús. Eran mis nadadores. Yo estaba sentado un poco más adelante, orgulloso de ellos, la verdad, y de repente escucho a voz en grito: "NOOOOOO LLEVAAAAAMOOOOS NIIIINGÚNNN FASTSKIN".... Os lo dejo en vídeo, mejor que lo escuchéis:
"No llevamos ningún fastskin, pero si CORAZONES, y después en el agua somos unos campeones". Fue escucharlos y dibujárseme una sonrisa, ¡OLEEEEEE, ESOS SON MIS NADADORES! El trabajo y esfuerzo habían dado sus frutos y el mensaje había calado, además de todo, me di cuenta de que ellos estaban orgullosos de no llevar fastskin, sintieron que era lo que los distinguía de los demás clubes y eso aparte de hacerles sentir diferentes en el buen sentido, les hizo sentirse grandes. Cuando llegamos allí a Baena, todos los equipos tenían su grito de guerra y el nuestro, cantado con orgullo por todos era el que acabáis de escuchar. La verdad, no podía ser otro, nos definía y ellos sentían que era su seña de identidad.
En cuanto a los nadadores que no eran capaces de competir y bajar sus tiempos sin usar un fastskin llegó un punto en que se olvidaron por completo de si lo llevaban o no lo llevaban puesto. En ningún momento de la competición se volvió a pronunciar la palabra "fastskin" salvo en el grito de guerra. Todos fueron capaces de bajar sus tiempos y salieron contentos y orgullosos, orgullosos de haber aprendido a no depender de una prenda, orgullosos de nadar con el corazón y orgullosos de haberse superado tanto en sus marcas como en su dependencia de los "bañadores mágicos".
Y por otra parte estaba yo, pletórico y orgulloso también de ver como mis nadadores, a pesar de ser tan pequeños, actuaron de una manera tan madura y convirtieron lo que antes era un problema para ellos en su seña de identidad. Sin duda, mucho que aprender de estos enanos.